A PROPÓSITO DE UNA MOCHILA

Te propongo un ejercicio ¿Qué siente una persona cuando deja de cargar una mochila muy pesada? 

 

 

Todas las personas cargamos mochilas. En la edad adulta pueden tener varias formas: un maletín, un bolso, una riñonera…pero casi siempre colgamos de una. Ya lo aprendemos desde pequeñines. No hay cosa más curiosa que me guste observar: las mochilas que niños y niñas llevan a la entrada de un colegio. Una mochila que parece enorme para un cuerpo tan pequeño, una mochila que parece pequeña para un cuerpo tan grande… 
También es interesante fijarse en la manera en que son llevadas: la mochila que es arrastrada en un carro, la familia que le lleva la mochila al niño o niña, aquel que la lleva colgada de los hombros sin esfuerzo ninguno, o aquella que a pesar de ser una mochila “normalita” resopla por el peso. 
¿Será que de adultos seguimos manteniendo la misma forma de llevarla que cuando éramos niñx? 
La mochila simboliza nuestras vivencias, nuestro contexto, nuestra historia. Tanto lo positivo, como lo negativo. Y generalmente, estamos tan absortos, que se nos olvida la posibilidad de quitárnosla y descansar un rato de ella.  
Te propongo un ejercicio ¿Qué siente una persona cuando deja de cargar una mochila muy pesada? 
 
Quitárnosla durante un rato no hace que desaparezca, pero si nos da la posibilidad de mirarla con otra perspectiva y, sobre todo, con otra emocionalidad. Nos permite explorarla, saber qué cosas estoy cargando. 
Y es que si me paro y miro, puedo darme cuenta de cosas. De aquella experiencia tan bonita que viví y que hoy puede convertirse en gasolina para arrancar el día. O por el contrario, contactar con aquella experiencia dolorosa, que había guardado en el fondo de la mochila. Mirarla desde otra perspectiva y decidir volver a guardarla pero colocada de otra forma, para que no pese tanto. 
La terapia y el espacio terapéutico es en sí misma un espacio donde poder sentarme a quitarme esa mochila, sin miedo a que pueda venir alguien y se percate de lo que guardo en ella. Remodelarla, limpiarla y volver a colocármela para seguir mi camino. 
Date permiso para poder parar, sea en terapia o no, y descansar de esa mochila. 

 
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